Parroquia Santa Lucía en Palermo

La parroquia Santa Lucía en Palermo comenzó a funcionar primero como una capilla en Gascon 1372. La funda la congregación del Verbo Divino para ser utilizada como centro misional. Pertenecía a la parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe. Más tarde esa congregación la entregó al Arzobispado de Buenos Aires. Monseñor Fermín Lafitte, siendo Arzobispo Coadjutor con derecho a sucesión, la erigió como parroquia el 12 de agosto de 1958

El templo

La Parroquia Santa Lucía es una construcción muy sencilla. Angosta y de una sola nave. Su techo es alto y la iluminación se da a través de arañas de hierro forjado. El altar es una bóveda con arco de medio punto y pende  Jesús Crucificado. A la derecha se encuentra entronizada la imagen de Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa. A la derecha detrás de una caja de cristal está la Santa bajo cuya advocación se encuentra la parroquia.  

Ambas salen en procesión el 8 de diciembre y recorren el barrio. A fines del 2013 su nombre se hizo tristemente conocido en los medios porque mientras se realizaba la primer misa tres delincuentes armadas robaron no solo a la feligresía sino también todos elementos para de la liturgia. Dejando en su camino varios heridos que fueron atendidos por el SAME

La Parroquia Santa Lucía cuenta también con un comedor de Caritas.  La idea, según nos comento hace un tiempo su directora Cristina Gómez de Rodríguez, es ofrecer una ayuda integral para las distintas problemáticas que encuentra el que está en la calle. El eje central es uno: «Tratamos de darles contención. Cada uno tiene un problema. Los escuchamos y trabajamos para resolverlo», explicó Cristina.

Historia de Santa Lucia

Si bien no hay datos ciertos la mayoría de las fuentes afirman que  Lucía nació en el 281 en Siracusa, situada en la costa sudeste de la isla de Sicilia, en el Mediterráneo central.  San Marciano de Siracusa, enviado por San Pedro, llevo el cristianismo a esas tierra. Cuando Lucía nació, la comunidad cristiana era numerosa. Pertenecía a una familia que provenía de la nobleza terrateniente.

El padre murió cuando tenía cinco años. Su madre se llamaba Eutiquia. El 5 de febrero de 301, Lucía y su madre peregrinaron hasta Catania para rogar por la curación de Eutiquia que sufría de hemorragias. 

La visión

En el templo Lucía se durmió y en sueños se le apareció Santa Águeda diciéndole:

«Lucía, ¿por qué me pides lo que tú misma puedes conceder? Tu fe ha alcanzado gracia y tu madre está curada». 

Al despertarse, Lucía le contó a su madre el sueño y Eutiquia, días después, descubrió el milagro. Su madre le entregó toda su fortuna, Lucía inmediatamente comenzó a venderlos y a repartirlos entre los humildes. El hecho se interpretó por las autoridades como un claro indicio de que Lucía se había hecho cristiana. Estos actos fueron el comienzo de su final. 

Pascasio, que gobernaba Siracusa, la detuvo y cuando la comenzó a interrogar, Lucía le dijo:

«Usted trata de agradar por todos los medios al emperador y yo pongo lo mejor de mi para agradar a Dios. Haga lo que tenga que hacer que yo me comportaré como dicte mi espíritu».

El gobernador romano ordenó decapitarla. Antes, Lucía se dirigió a la muchedumbre y les anticipó que la persecución contra los cristianos estaba llegando a su fin y que, llegaría la paz para la Iglesia. Y les profetizó que su memoria iba ser venerada en Siracusa y en Catania. La decapitaron el 13 de diciembre de 304.

En la edad media se le invocaba contra las enfermedades de los ojos, tal vez porque su nombre significa “luz”. Esto originó varias leyendas como la de que Pascasio mandó a los guardias que le sacaran los ojos y ella recobró la vista. En 1894 descubrieron una inscripción sepulcral en las catacumbas de Siracusa con el nombre de Santa Lucía, la mártir que, con certeza, vivió en el siglo IV