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La Virgen María y la Visitación a Santa Isabel

La celebración de la visita de María a Santa Isabel es un recordatorio de que Dios viene al hombre de una manera inesperada y sorprendente. Viene en situaciones desesperadas, vejez y decepción de la vida, esterilidad y un sentido de desgracia, o cuando una persona parece demasiado joven, no preparada para asumir desafíos. Pero esta es una fiesta que habla del poder de Dios. Es Él quien elige la mejor manera de llevar a cabo Sus planes. Por eso la importancia del la visitación a Santa Isabel y la Oración la Magnífica.

La Visitación de Santa Isabel, historia

La Virgen María y la Visitación a Santa Isabel

La fiesta de la Visitación a Santa Isabel tiene su base bíblica. Este acontecimiento es relatado por el Lucas, quien mismo señala que quería investigar y describir con precisión todo desde los primeros momentos para transmitir una cierta enseñanza.

La Visitación a Santa Isabel es la historia del encuentro de dos madres, María e Isabel, que llevaron en su seno al Mesías, Jesús y su predecesor San Juan Bautista. María se enteró de que la anciana y estéril Isabel estaba embarazada de un ángel en el momento de la Anunciación.

Poco después, dejó Nazaret para ir a Ain Karim, donde vivía Isabel. Ain Karim es una pequeña ciudad, situada a unos 150 kilómetros de Nazaret. Es difícil imaginar que María, que era una niña en ese momento, hubiera cubierto esta distancia sola. Ella debe haberse unido a un grupo, tal vez en peregrinación a Jerusalén.

Al llegar, Maria saluda y pronuncia la Oración la Magnifica, luego Isabel dice: «¿Y por qué la Madre de mi Señor viene a mí? He aquí, mientras la voz de tu saludo sonaba en mis oídos, el niño en mi vientre se conmovió de alegría. Bienaventurada la que creyó que se cumplirían las palabras que os habló el Señor” (Lc 1, 43-45). Fue Juan, en el vientre de su madre, quien sintió la presencia de Aquel a quien anunciaría y precedería.

La Visitacion en el calendario litúrgico

La fiesta de la Visitación a Isabel ha sido cultivada en el Oriente cristiano desde el principio. En la Iglesia occidental, San Buenaventura introdujo esta fiesta en las comunidades de la Orden Franciscana en 1263. El Papa Bonifacio IX en 1389 extendió esta fiesta a toda la Iglesia. De esta manera, a través de la intercesión de María, quiso orar por la unidad del cristianismo dividido. Esta fiesta fue aprobada oficialmente por el Concilio de Basilea en 1441.

Hasta 1969, hasta la reforma del calendario litúrgico bajo Pablo VI, esta fiesta se celebraba el 2 de julio. La piedad popular, que conectaba las fiestas marianas con las estaciones o la actividad humana, llamó a este día la fiesta de «Nuestra Señora de la baya«, porque el comienzo de julio es el momento de la aparición de las bayas y las frutas del bosque y el jardín. Según las creencias populares, las bayas también fueron el alimento de María durante su viaje para conocer a Isabel. Y por lo tanto, por el bien de María, estaba prohibido recoger fruta o bayas ese día.

Después de la reforma del calendario litúrgico, esta fiesta se celebra el 31 de mayo, por lo que cae después de la Anunciación, celebrada el 25 de marzo, y antes de la Natividad de Juan el Bautista, celebrada el 24 de junio. De esta manera, está más en línea con el relato bíblico.

La visita de María a Santa Isabel es una de las imágenes más bellas de la venida de Dios al hombre.

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