Parroquia Sagrada Familia en Saavedra

La parroquia Sagrada Familia fue, en sus orígenes, la capilla del Hogar Luis María Saavedra. El dinero para su construcción lo donó María Jáuregui de Pradere ($270.000 de aquella época). La piedra fundamental se colocó el 12 de junio de 1927. Más adelante mediante un acuerdo con el Arzobispado, el templo se cedió a la Sociedad de San José para una  nueva parroquia. La misma se erigida como tal el 12 de octubre de ese año conforme auto del Arzobispo Bottaro. Comenzó a funcionar en enero de 1929 bajo el clero secular.

Anteriormente, en 1874, Petrona Coronell de Lamarca fundó la Sociedad de San José. Su propósito era dar una respuesta a las necesidades de la población en situación de riesgo y extrema pobreza. La Sociedad ya había inaugurado varias obras en tal sentido desde su fundación. La más importante de todas terminó siendo el Hogar Luis María Saavedra. Donado por su viuda, Dámasa Zelaya de Saavedra. Eran dos manzanas en un paraje al norte de la Ciudad. Tiempo despues ese lugar se transformó en el barrio que hoy conocemos.

La Sociedad cedente nunca se desprendió de la propiedad del templo y casa parroquial. La que se edificó en 1930, después de eso se amplió en 1937.

Descripción interior de la parroquia Sagrada Familia

La parroquia Sagrada Familia tiene planta de cruz latina, posee una nave central y dos laterales. Su estilo es neorromántico. El aspecto general es el de una capilla tradicional de dos pisos. La ornamentación interior aparenta austeridad. Lo más importante es un conjunto de imágenes en terracota, obra del escultor francés Jules Visseaux. Por ejemplo la escultura triple del Altar Mayor. Allí se ve a la Sagrada Familia en el pesebre de Belén. Está iluminada por el ojo Divino, del cual emergen rayos descendiendo en luminosos vitrales.

En sus hornacinas, dos ángeles guardianes esculpidos uno a cada costado de la anterior escena, completan el impactante conjunto.

Otras bellezas

Estatuas de Visseaux visten la nave principal. Representan a San José con el Niño y a Santa Teresita (con sus característicos crucifijo y rosas). Ambos en el lado derecho. Del otro lado San Antonio de Padua con el Niño y San Roque. Finaliza el detalle de sus obras con las del Sagrado Corazón y la Inmaculada Concepción. Las que se ubican peanas sobre las columnas que se sitúan al inicio del presbiterio.

La parroquia Sagrada Familia conserva a la izquierda de su nave central un  púlpito de madera. Se inauguró el 18 de marzo de 1933. Es de fabricación nacional según dibujo y plano hechos en París.

Su techo, tallado, representa al Espíritu Santo despidiendo rayos con sus siete dones.

Altares de la parroquia Sagrada Familia

El altar del Perpetuo Socorro, ubicado en el extremo derecho lo donó Ernestina Llavallol de Acosta. Bienhechora de la imagen del Sagrado Corazón ubicado en el patio central del Hogar.

Los altares del Sagrado Corazón, que hoy también es el Sagrario, junto al antiguo del Santo Cristo (la imagen está actualmente a continuación del altar anterior), ambos en la nave derecha del templo, se realizaron con el aporte de la presidenta de la Sociedad de San José, Elisa Alvear de Bosch, en 1938.

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En el mismo lugar de la otra nave hallamos el altar de Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa con su artística representación.

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Santa Juana

Hay otras imágenes distribuidas en distintas peanas y hornacinas. Para completar su mención las detallamos: la de la Inmaculada Concepción, frente a la de Santa Juana de Lestonnac, la del Santo Padre Pío de Pietralcina, la del Divino Niño, debajo de la Santísima Virgen María; la de San José, debajo del Sagrado Corazón y la de San Miguel Arcángel, en el altar de la Virgen de la Medalla Milagrosa.

Hemos mencionado a Santa Juana de Lestonnac, el cuadro que la representa se justifica plenamente: fue la fundadora de la orden Compañía de María, cuyas religiosas estuvieron a cargo del Hogar durante un largo período (1927-1979).

En las pechinas del crucero se hallan esculpidas las imágenes de los cuatro evangelistas.

Más detalles

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En el lugar donde en sus orígenes habría estado la capilla del bautisterio (a la izquierda de la entrada principal), encontramos hoy un destacado cinerario de mármol y bronce, presidido por un importante crucifijo.

La pila bautismal del templo también es de mármol tallado.  Dentro de la iglesia encontramos, asimismo, dos importantes confesionarios de época, uno en cada nave.

Hay que destacar el magnífico Vía Crucis de madera tallada, con figuras en relieve y color, explicando en su parte inferior el número y significado de cada Estación.

Las galerías altas que ostenta la iglesia se anularon y destinaron al uso del colegio Santa María de Nazareth.

Dado que la puerta principal de entrada al templo se halla en el hall de entrada del Hogar, al cual pertenecía, convertido luego en parroquia huvo que habilitarle otra con frente a la entonces Avenida del Tejar (hoy Balbín). Así se hizo el 12 de octubre de 1937 con la presencia y bendición del portal por parte del entonces Nuncio Monseñor Fietta.

En tal sentido, le ocurrió lo mismo que a la de “Nuestra Señora de Caácupé” en Caballito, primitivo lugar de oración de la Hermanas de la Santa Unión y con entrada desde el interior.

Por tal razón, abierta la puerta sobre Balbín, el feligrés ingresa en la iglesia por su parte media.

La época forzó el cierre con rejas de ese sector de ingreso. De todas maneras, allí también encontramos imágenes: Nuestra Señora del Rosario de San Nicolás, Nuestra Señora de Luján y San Cayetano.

También los tiempos obligaron a clausurar dos portales flanqueados por sendas columnas clásicas que se habían abierto sobre la calle Donado; el observador puede aún distinguir claramente sus escalinatas de acceso como nostálgico testimonio de un esplendoroso pasado.

Francisco

Jorge Bergoglio, siendo arzobispo de Buenos Aires concurría a la parroquia Sagrada Familia para celebrar la Fiesta Patronal. Lejos de cualquier formalismo, el hoy Papa Francisco llegaba al barrio en transporte público y se dirigía a la comunidad con amabilidad y sencillez.

“Es una característica que siempre conocimos de él, pero que sorprendió cuando se hizo más público. Era muy austero y ni siquiera permitía que se lo llevara en auto. En el trato, además, era un hombre llano, que no ponía distancia ni era solemne”,

Afirmó el parroco Horacio Reyna a el periódico El Barrio. El padre cumple el aniversario de su ordenación, el mismo día del aniversario de la parroquia.