Basílicas

Nuestra Señora del Socorro, sus altares laterales

La Basílica Nuestra Señora del Socorro se ubica en la esquina de Juncal y Suipacha. Todos sus altares están adornados de manera maravillosa. El del Sagrado Corazón junto al Inmaculado Corazón de María y el santo patrono de Buenos Aires, San Martín de Tours. En su centro brilla Nuestra Señora de Fátima. El de San Antonio de Padua con San Pedro a la derecha, San Luis Gonzaga a la izquierda y San Benito Abad en su centro. El del Nacimiento de Nuestro Señor. El de la Inmaculada Concepción con el Santo Cura de Ars y San Miguel Arcángel a ambos lados y el Niño Jesús de Praga en su nicho central.

Nuestra Señora del Carmen con Santa Marta y San Cayetano. San Vicente de Paul con Santa Teresita del Niño Jesús, Santa Rita y Nuestra Señora de Luján en el centro. También se destacan, por sus líneas y sus expresiones, el Depositario de la Virgen María y San José, con Santa Rosa de Lima, San Marcos. Hay un Jesús atado a una columna en su parte media y la Sagrada Familia sobre una repisa lateral junto a columnas y la pila bautismal.

Retablo Mayor de la Basílica de Nuestra Señora del Socorro

El retablo mayor de la Basílica Nuestra Señora del Socorro es neobarroco. Está formado por el sotabanco, banco, un cuerpo, tres calles, entablamento y ático. Lo más notable de esta pieza de madera tallada es la policromía. Como así también el dorada y la esgrafia. Fue hecha en Buenos Aires a fines del siglo XIX.

Retablo Mayor de la Basílica de Nuestra Señora del Socorro

En el nicho central encontramos una imagen de Nuestra Señora del Socorro. La Virgen y el Niño bendicente se presentan sobre una orbe de nubes con el demonio antropomorfo. La imagen es de madera policromada y estofada. Se realizó en Buenos Aires a fines del siglo XVIII. Se observa el anagrama de María inscripto en doble círculo y flores

El origen de esta advocación se relaciona con el tema iconográfico de las vírgenes de misericordia y con leyendas del siglo XVIII y éstas, a su vez, con otras anteriores como la del robo de San Bartolomé, o San Lorenzo o San Esteban cuando éstos eran muy pequeños y el demonio los arrebató de la cuna. Con el tiempo y el paulatino olvido de la leyenda, maza y garrote fueron reemplazados por una flecha o lanza, también desapareció la figura de la madre y el demonio se convirtió en el dragón que ataca al niño, símbolo de un alma en peligro.

Retablo de San Vicente de Paul

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Este retablo de la Basílica del Socorro es de madera tallada, calada, esgrafiada, policromada y dorada guarda características neobarrocas. Se realizó en Buenos Aires en el siglo XIX. La mesa en tumba está decorada con roleos y motivos fitomorfos aplicados. El sotabanco que está arrimado el altar y el banco. La hornacina posee la imagen de NS de Luján. Se destacan las pilastras amensuladas de fuste decorado con palmas. El nicho principal se recorta en la superficie plana del cuerpo y tiene el vano ornamentado con hojas y roleos.

Sendas repisas ocupan las calles laterales con Santa Teresita y Santa Rita de Cascia. La peana que soporta la imagen del santo es del siglo XVIII. La imagen de San Vicente de Paul es de madera policromada.

Retablo de San Antonio

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Es Neobarroco. Compuesto por: sotabanco, banco, un cuerpo, tres calles y entablamento. El cuerpo ostenta en la calle central un nicho flanqueado por tres columnas en trebolillo. Lo enmarcan sendas columnas torsas, dos calles en curva cóncava con repisas y doseletes que albergan imágenes y otro par de columnas salomónicas en los extremos. Madera tallada, calada, policromada y dorada, Buenos Aires, fines del Siglo XIX.

Retablo de la Virgen del Carmen

Retablo de la Virgen del Carmen

Constituido por sotabanco, banco, un cuerpo, tres calles (las laterales curvadas) y entablamento. Mesa prismática, expandida arriba, con el escudo del Carmelo entre tres palmas enfrentadas. A sus lados, en marcado retroceso, tableros parcialmente cercenados con aplicaciones de roleos. Madera tallada, policromada, dorada y esgrafiada.

Señor de los Milagros en Nuestra Señora del Socorro

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Es un Jesucristo de tres clavos, de talla muy simple y marcado carácter popular. Ostenta corona de soga y paño de pureza tallado. La cruz moderna, de sección circular, tiene follajes de metal dorado recortados en chapa; resplandor con rayos irregulares y reserva circular del mismo color y tres cantoneras fitomorfas de perfil movido, también de metal, con amatistas y topacios engarzados. La peana actual carece de valor; la antigua se conserva en la sacristía. En 1903 se le colocó una corona de plata y piedras.

No es posible fijar con precisión el origen. Se puede suponer que perteneció a alguna de las Iglesias o Capillas devastadas o destruidas de las Misiones por el año 1760. Es una imagen pequeña realizada en madera, el rostro moribundo, el semblante humilde con una suave mirada. La frente despejada aunque ennegrecida con la sangre que brota de las espinas, su boca entreabierta como en actitud de hablar, todas sus facciones demuestran las de un cuerpo moribundo en medio del dolor. La cabeza inclinada a la derecha, parece mirar donde estaba su Madre.

El rostro y todo el cuerpo a pesar de su antigüedad y sin haber sido retocado milagrosamente se conserva sin ningún deterioro. Por otro lado el tamaño de la imagen es de 36 centímetros aunque con todas las potencias y peana alcanza el metro veinte de altura. La cruz estaba despojada de todo adorno, en 1807 que se le incorporó lo que hoy podemos disfrutar al contemplarla.

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