Iglesia Santa Felicitas

Santa Felicitas es de singular belleza, su edificación es un destacado exponente del eclecticismo alemán con elementos románicos y renacentistas que apareció a partir de 1870 con la instauración del imperio de Bismarck.

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Un hecho trágico como fue la muerte de Felicitas Guerrero (su verdadero nombre era Felicia Antonia Guadalupe Guerrero y Cueto), viuda de Martín de Alzaga, dió origen a la construcción de este magnífico templo, que levantaron sus padres (Carlos José Guerrero y  Felicitas Cueto y Montes de Oca) en su memoria.

A mediados del siglo XIX, los terrenos que hoy ocupan la iglesia, el colegio que queda a sus espaldas, y la plaza, eran propiedad de Felicitas Guerrero. Nos referimos a las manzanas delimitadas por las calles Azara, Pinzón, Brandsen y la Avenida Montes de Oca.

Felicitas, su historia

En 1862 Felicitas, con sólo 18 años, es obligada por su padre a casarse con Martín Gregorio de Alzaga de 50 años (nieto de aquel Martín de Alzaga que encabezó la conspiración en contra del gobierno revolucionario de Mayo y que fue fusilado y ahorcado en la plaza de la Victoria -hoy de Mayo- el 6 de Julio de 1812).

A los nueve meses de esa unión ella dio a luz al primogénito, Félix Francisco Solano de Alzaga, que llevó el nombre de su tío el patriota General Félix de Alzaga. A muy corta edad, en octubre de 1869, falleció víctima de la epidemia de fiebre amarilla que en esos tiempos azotó el Sur de Buenos Aires. Felicitas quedo nuevamente embarazada. Nació así su segundo hijo Martín, que murió el mismo día de nacer. Calvo, Carlos, en su libro Nobiliario del Antiguo Virreynato del Río de la Plata asegura que «el corazón de su marido no resistió y murió el 17 de marzo de 1870 sumido en una depresión».

Con 26 años y luego de un riguroso luto, comenzó a asistir a  reuniones de la sociedad porteña. Era famosa por su dulzura, buen carácter y belleza. Fue denominada como “la joya de los salones porteños” En una de esas reuniones, Enrique Ocampo (tío de las escritoras Victoria y Silvina Ocampo), le declaró su amor a Felicitas. A partir de ese momento comenzó a acosarla con su presencia en todos los lugares a los que ella concurría. Él le expresó que “si no le permitía ser el sol de su amor, sería su sombra”.

En enero del año 1872 Felicitas organizaba en su estancia “La Postrera” ubicada a orillas del río Salado en la localidad de Chascomús (Buenos Aires), una fiesta con motivo de la inauguración de un puente (que en 2004 fue removido pero se mantiene su estructura como reliquia patrimonial provincial), que iba a realizar el Gobernador de Buenos Aires Emilio Castro el día 2 de febrero. Ella sería la madrina. El puente de hierro llevaría el nombre del Coronel Ambrosio Cramer (militar que cayó en los campos de Chascomús durante los hechos de la Revolución de los Libres del Sur). De camino a «La Postrera» se desató una fuerte tormenta que les hace perder el rumbo, y que la partida desorientada se encuentra con un hombre que los conduce a todos a refugiarse en su estancia. Este era Samuel Sáenz Valiente, estanciero y vecino de La Postrera que deslumbra a Felicitas.

El 29 de enero de 1872, Enrique Ocampo llega a la casa de Felicitas en Barracas, Tránsito Cueto, tía de la muchacha, lo hace pasar a la sala del caserón que daba al jardín –ubicado donde ahora está el mástil de la plaza Colombia– informándole que Felicitas había salido. En el momento en que Enrique se estaba por retirar, vio entrar a su rival Samuel Sáenz Valiente, el que se dirigió a la glorieta de la esquina de Pinzón a reunirse con otros visitantes.

Casi de inmediato, Enrique observó el ingreso de otro carruaje por el portón de la Calle Larga (hoy Montes de Oca), del cual bajó Felicitas. La tía corrió hacia ella para informarle sobre la inoportuna visita de Ocampo. La joven, ya muy presionada por el acoso de Ocampo decidió reunirse con él a solas para poner punto final a la situación.

Los invitados escucharon una discusión tras la puerta. Cuando el enojo del pretendiente aumentó, al grado de temer por su vida, Felicitas trató de escapar, ahí recibió de Ocampo un disparo en la espalda que le perforó el pulmón derecho. En medio de tanta confusión la herida fue atendida por un médico allí presente quien pudo pararle la hemorragia. Luego de ser atendida en un hospital donde no pudieron extraerle la bala, regresó a su domicilio y falleció al día siguiente. El asesino se suicidó. Los Ocampo afirmaron siempre que Enrique encontró la muerte de mano de un familiar de Felicitas. Esto no podremos saberlo ya que el expediente de la cusa fue robado del juzgado.

La familia Guerrero, que hereda la fortuna de Alzaga, construye ese mismo año un oratorio privado, y en 1876 en los fondos de la quinta, se inaugura la Iglesia Santa Felicitas, construida en memoria de la hija asesinada. En 1889, los Guerrero donan la fracción de terreno detrás de la iglesia a una congregación de padres lourdista, para que construya una réplica de la gruta de Lourdes y un instituto.

Finalizado en 1903, el lugar había contraído tantas deudas, que fue rematado por el Banco Hipotecario Nacional, y fue adquirido por la Sociedad de beneficencia San Vicente de Paul, que cedió el uso del lugar a una congregación de hermanas religiosas.

Ese mismo año comenzó a funcionar el Comedor Obrero en los túneles, y la Casa de Obreras en los pisos superiores donde se encontraba el instituto de enseñanza de bordados, el internado de huérfanas, el Patio del Salvador, y el Templo interno de estilo neogótico

Leyenda

-Hola -escuchó decir Amelia, una solterona vieja del barrio. Levantó la vista al tiempo que terminó de hacer el último nudo al pañuelo blanco. La luz más blanca que el blanco mismo, la encandiló.
-¿Felicitas? –alcanzó a balbucear
-La muerte no acepta sobornos –dijo el espectro y desapareció

de Fragmentaria Buenos Aires por Miguel Cabrera

El 30 de enero, es la fecha de la muerte de Felicitas, los vecinos de Barracas aseguran ver su fantasma, que vaga ensangrentado por los jardines de la iglesia.
“Muchas mujeres cuelgan cintitas de la reja, porque si uno se agarra fuerte conseguirá el amor de su vida, y si ya lo tiene, lo conservará. Es una de las historias preferidas por las chicas, que corren a agarrarse de las rejas apenas la escuchan”, dice una nota del diario Clarín. Podemos creer o no en espectros. Pero no se sorprendan cuando vayan a conocerla si escuchan el repicar de las campanas fuera de cualquier horario lógico. Algunas vecinas que alimentan los gatos que se crían frente a la plaza Colombia afirman que quienes se agarra de las rejas consigue novio. Otros más osados dicen haber dejado un pañuelo colgado en las rejas y al día siguiente lo encontraron mojado. ¿Rocío o lágrimas?

El  padre Dante Galeazzi, cura de Santa Felicitas dijo al diario Clarín en el año 2004, cuando se reabrió la iglesia después haber estado cerrada y abandonada por más de una década, y cuenta que las apariciones “son puras habladurías”.

Carlos Andrada, vecino de la calle Pinzón, relató al periódico: “Fue en febrero de 1999. Alcancé a ver una figura que parecía ser la de una mujer de semblante pálido y cabellos oscuros”. Lucrecia y Donata, dos hermanas costureras de la zona, tienen una relación casi “familiar” con el fantasma de Felicitas. Nunca se retiran sin persignarse frente al altar y besar la estatura de Felicitas. Y cómo no, si ellas siguieron la costumbre de aferrarse a las rejas de la iglesia para encontrar novio, y lo consiguieron. “Le agradecemos porque nos ayudó con nuestros maridos. Además, a veces la vemos y es muy bonita, siempre vestida de blanco”.

Dicen que el padre Dante practicaba exorcismo. Un grupo de vecinos aseguró que en los días de luna llena se escuchan claramente los acordes del antiguo órgano.

Datos Arquitectónicos

Se trata de uno de los primeros ejemplos del temprano eclecticismo local, que su autor, el arquitecto argentino, formado en Alemania, Ernesto Bunge desarrolló dentro de la vertiente neo medievalista alemana, con detalles neorrománticos.

La capilla impresiona por la originalidad de sus líneas, la esbeltez de sus torres y las figuras de ángeles dispuestas en simetría. En el vestíbulo se encuentran dos blancas estatuas de mármol de Carrara. La de la derecha representa al yerno de los donantes, en el pedestal lleva la siguiente inscripción: “+ Martín de Álzaga – Marzo 17 de 1870”. A la izquierda la imagen de una madre con su hijo y en pedestal se lee “+ Felicitas G. de Álzaga – Enero de 1872”y “+ Félix de Álzaga – Octubre 3 de 1869”.

El interior del templo es de una sola nave con crucero y cúpula. Llama la atención por la riqueza de su decorado, el cual se basa en una buena combinación de mármoles, estucos, y pinturas de mérito. La bóveda del crucero ha sido decorada con escenas simbólicas en la que resaltan los dorados. El altar mayor, los laterales y el púlpito son de mampostería policromada. En los cuatro ángulos del crucero se encuentran las imágenes de los Doce Apóstoles.

La capilla posee tres altares: en el Altar Mayor está la imagen de Nuestra Señora del Rosario, en el lateral izquierdo la imagen de Santa Felicitas mártir que fue sacrificada junto a los siete hijos. En el altar lateral derecho se halla la imagen de San Martín de Tours, patrono de la ciudad de Buenos Aires.

Los vitrales son de origen francés y el piso, de mosaicos españoles. Las lámparas del templo, con numerosos caireles de cristal aún conservan sus tubos de gas de carburo, pero no se utilizan. La iluminación es por corriente eléctrica.

En la antesacristía se pueden ver los bustos de los donantes: Doña Felicitas Cueto de Guerrero y Don Carlos J. Guerrero. La sacristía es el antiguo oratorio de la mansión. Allí está el altar de mármol de Carrara donde la familia pensaba alojar el cajón con los restos de su difunta hija.

Cuando solicitaron permiso a la Curia esta lo negó. Por eso Felicitas Guerrero de Álzaga descansa en el cementerio de la Recoleta.La Iglesia de Santa Felicitas fue abierta al culto el 30 de enero de 1876, en ocasión de cumplirse el cuarto aniversario de la trágica muerte de la señora de Álzaga.

En los jardines aledaños existe una reproducción de la Gruta de Lourdes, obra dirigida por el ingeniero G. Kreutzer. Fue inaugurada el 8 de diciembre de 1898 y las esculturas se deben al artista italiano Juan Bellotti. El templo fue cedido en donación a la ex Municipalidad de Buenos Aires en agosto de 1993.

Desde el 25 de diciembre de 1996 el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires sede al uso y el goce del templo, por medio de un convenio al Arzobispado de Buenos Aires. En noviembre de 2015, la Legislatura porteña sancionó la Ley nro. 5446 (Expediente 897-J-2015) por la cual le cede al Arzobispado de Buenos Aires la titularidad y el uso gratuito de los terrenos de la iglesia. Al cierre de la edición de este libro la ley aún  no se han entregado las escrituras traslativas de dominio de los inmuebles objeto de la presente Ley, que deberían ser otorgadas por ante la Dirección General Escribanía General del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Vitrales

El templo cuenta con doce vitrales de gran tamaño distribuidos en la nave principal y en los laterales de los tres altares que conforman el crucero. Las vidriadas en los retablos son más chicas y muy variadas, tanto en su forma como en temática. Los tres retablos tienen un tríptico no figurativo inmediatamente detrás de los altares, dos paños figurativos con imágenes y sobre estos, sendas piezas circulares. En el caso particular de la Virgen María, hay dos paños figurativos más, detrás de su estatua y, encima del retablo, una linterna con cinco vitrales con motivos geométricos.
El singular efecto de translucidez, característico de los vitrales, se logra en las ventanas gracias a la luz natural. En el caso de las vidrierías de los retablos interiores, Bunge instalo un sistema de iluminación a gas que luego fue reemplazado por electricidad.

Detrás de los grupos escultóricos que rematan la terminación de cada altar, se encuentran otros vitrales de rosetón. La antesacristía y la sacristía cuentan con vitrales más sencillos y sin mayores representaciones.

Al entrar al templo sobre el plano derecho encontramos los vitrales de San Roque, San José, El Salvador, Santa Catalina, San Antonio, San Luís, San Martín de Tours y el Mendigo, San Martín y la encina.Sobre el flanco izquierdo San Enrique, San Jorge, San Felipe, Nuestra Señora de Guadalupe, el Juez y Santa Felicitas, San Carlos y Santa Felicitas; y Santa Felicitas y los siete hijos. En el altar mayor la Anunciación de la Virgen y la Visitación; en el vano de dicho altar Santa Gertrudis y Santa Elena. En el vano del altar de Santa Felicitas, Santa Cristina y Santa Teresa y en el vano del altar de San Martín de Tours, Santa Matilde y Santa Ludmila.

Reloj

El reloj ubicado en el frente del templo, es de origen inglés, de la firma «John Moore and Sons», del año 1873, originario de la localidad de Clerkenwell. Su restauración, a pedido del Arzobispado de Buenos Aires, fue asumida por la Embajada del Reino Unido y el aporte de British Gas (Metrogas), «The Corporation of the City of London», Zurich Companía de Seguros, «Britsh Airwoys» y la Liftvans Internacional (empresa de transporte). A tal efecto fue enviado a la firma «John Smith and Sons», miembro de «Smith of Derbi Clock Group», de la localidad de Derby en Inglaterra.

El 27 de agosto de 1998 la empresa Liftwans Internacional retiró de la torre el reloj. El 10 de diciembre de 1999, con la presencia de Su Alteza Real el Duque de Cork e integrantes de la Embajada del Reino Unido, se reinauguró oficialmente el reloj y el carillón de la iglesia. El gobierno de la ciudad, con motivo de tan importante visita, mandó a restaura Como preparación para este acontecimiento histórico el 11 de agosto el grupo de Cámara de «London School´s Sinfhony Orchestra» ofreció un concierto en el recinto del templo.También hicieron importantes aportes para la restauración del reloj, la Dirección de Infraestructura y Renovación de Edificios del Gobierno de la Ciudad a través de los relojeros de la Dirección de Obras y Mantenimiento. Colaboró también para la colocación del reloj en su lugar de origen la empresa AUSA (Autopistas Urbanas) quien puso a disposición una grúa adecuada para subirlo a la torre.

Órgano

Esta iglesia posee un órgano fabricado en 1873 por la firma Walcker de Alemania, procedencia: Ludwigsburg (Württerbers). Consta de 14 registros, que dan lugar a un total de 783 tubos sonoros. La consola, que es el lugar desde donde se activan los registros y las notas es de carácter puramente mecánico, tiene dos teclados manuales de 54 notas cada uno, y un teclado de pedal o pedalera de 27 notas.

Este órgano posee aún las dos bombas de aire accionadas a mano originales, si bien el uso normal actual es de un motor ventilador eléctrico.

El instrumento en su totalidad está conformado por materiales nobles, los cuales han perdurado en el tiempo (marfil y ébano en los teclados, estaño-plomo y madera de abeto en los tubos; roble y abeto en las secretas y porcelana y dorados en los rótulos de los registros). Se presta muy bien para ser utilizado en la liturgia y también en conciertos, ya sea como acompañante de conjuntos de cámara como para uso solista.

Durante varios años solo fue utilizado, ocasionalmente, por las hermanas que atendían el colegio contiguo a la capilla, para misas o celebraciones del colegio, y también para conciertos del Centro de Divulgación Musical, en el marco del ciclo “Conciertos de órgano en los barrios”.

Luego de su restauración dispuesta por la Dirección General de Patrimonio, que estuvieron a cargo de los técnicos organeros Carlos E. Amadini, Juan Weinhold y Hernán Amadini, el órgano se encuentra en perfecto funcionamiento y en la actualidad se utiliza para los conciertos organizados mensualmente en la iglesia y en los oficios religiosos.

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