Iglesia Nuestra Señora de la Misericordia

En diciembre de 1875, llegan al puerto de Buenos Aires, provenientes de Italia, las primeras Hermanas, Hijas de Nuestra Señora de la Misericordia. El Papa Pío IX les había recomendado: “porque si se quiere hacer algún bien por aquellos países (refiriéndose a América) es menester cuidar mucho la educación de la juventud». Este pedido las acompañaría en el cumplimiento de sus metas, inspiradas en las actitudes de: guiar, proveer, defender, amar y dar la vida.

Buenos Aires, en ese entonces, se reponía de las epidemias de fiebre amarilla y cólera, con muchas necesidades sociales y espirituales. El barrio que las recibe para que desarrollen su actividad es Flores, lugar apartado de quintas. Eran famosas las de Lynch Garay en la esquina de José Bonifacio y Lautaro. También Villagenio de la familia Moresco en la ochava de Curapaligüe y José Bonifacio. La quinta de Marcó del Pont frente a la estación Flores del ferrocarril Sarmiento (convertido hoy en Centro Cultural Marcó del Pont). Ademas de La Moyosa, en la manzana de Directorio, Lautaro, Bilbao y Camacuá.

Precisamente, frente a ésta última, en la esquina de Circunvalación Sud (Directorio) y Colón (Camacuá), el Lazarista Mariano Rebollo levanta, en 1872, el Oratorio de la Anunciación con una escuela anexa. La atienden Adriana Lupo de Sarracán junto a otras señoras. El mencionado sacerdote, que también había participado en la conversión espiritual de los pueblos originarios de La Pampa, lega sus bienes, al morir, para que la obra continúe.

Las Hijas de Nuestra Señora de la Misericordia y su obra

Una de las primeras actividades de las Hermanas había sido la tarea asistencial en un Dispensario, actualmente Hospital Álvarez, ubicado en San Eduardo (Aranguren) e Independencia (Bolivia). Enterada de la presencia de las Religiosas, una vecina las convoca para hacerse cargo de la escuela que llevaba el nombre del Oratorio contiguo.

Años después el Oratorio se amplía y abarca sobre Camacuá la misma extensión que tiene la actual Iglesia. Su Altar Mayor estaba dedicado a la Anunciación. Con una imagen en madera de la Virgen y el Arcangel Gabriel. La misma quedó ubicada en el altar actual de la derecha. Allí se lee en el mármol “Verbum caro factum est” (el Verbo se hizo carne). También, desde 1873, había una imagen española de la Virgen. Ella poseia rostro y manos de porcelana, vestida de terciopelo y encajes. Actualmente está en el Salón de Catequesis. Una escalera caracol subía al coro hacia el fondo del Oratorio.

Una pared de ladrillos de unos tres metros de altura separaba el Oratorio, de la vereda de Camacuá. Su interior cobijaba jazmines del país y madreselvas que perfumaban la angosta calle que servía de paseo a Hermanas y alumnas.

Unidos en torno Nuestra Señora de la Misericordia

Nuestra Señora de la Misericordia

El Colegio, la Capilla y la Plaza integran una trilogía donde converge la historia de uno de los más tradicionales y entrañables paisajes de Buenos Aires.

Me detengo a observar la vieja fuente, las magnolias y las araucarias y ese espacio vacío en uno de sus canteros donde me parece ver todavía la casona de La Moyosa

Escribió Jorge Arturo Olmos, oriundo del lugar. Con el tiempo se impuso la necesidad de demoler y reconstruir, en 1935, el templo de la Anunciación construyendose el actual en estilo neo-gótico.

Las familias de las alumnas del colegio colaboraron de muchas maneras. Así, se pudieron costear los bellos vitrales, de manufactura austríaca, que ilustran distintos momentos de la vida de la Virgen. También, con el rosetón del frente, que recuerda los de Notre Dame de París. Además una talla española del Cristo en la Cruz, el bajorrelieve de la Última Cena. Sumado al comulgatorio y los bancos, puertas, púlpito y pórtico de entrada. En 1948 se instala un especial órgano de tubos, (son más de ciento ochenta), doble teclado y pedalera, un Walker original de Alemania. Finalmente, en 1965, con la reforma en la liturgia de la Misa, se erige el nuevo altar.

Merecen una aclaración especial las puerta del Sagrario. Las familias contribuyeron con alajas que, fundidas y, en manos de orfebres, concretaron un diseño en el que se lee “JHS” (Jesucristo Hombre Salvador) y “Venite adoremus” (Venid adoremos).

La bendición

El 10 de noviembre de 1937 el Cardenal de Buenos Aires, Santiago Luis Copello la bendijo. El por entonces futuro presidente de la Nación, Roberto M. Ortiz y su esposa hicieron de padrinos. Asistió, el cuerpo de profesoras, todo el alumnado y sus familias, amigos, vecinos y bienhechores. El coro de alumnas acompañó la Celebración Eucarística.

En el diario La Prensa del 11 de diciembre de 1937 se lee:

«Se realizó ayer por la tarde la bendición e inauguración de la nueva Capilla de la Anunciación … Crecida concurrencia entre los que se hallaban sacerdotes de diversas Parroquias, autoridades de la Congregación de Religiosas que dirigen el mencionado establecimiento y Superioras de otros Colegios que también se hallan a cargo de las Hermanas de la Misericordia, invitados especiales y fieles en general. Participaron del Acto el purpurado Cardenal Santiago Luis Copello que entró acompañado de los rectores de las Parroquias de San José de Flores, Pbro. Luis Labenne, y de Santa Clara Pbro. Juan Stillo, del Capellán del Colegio Pbro. Pedro Bessero y otros sacerdotes… Luego de la Ceremonia, el Cardenal Primado impartió la bendición con el Santísimo… Mañana, a las ocho habrá una Jornada Eucarística con Misa celebrada por el Pbro. Juan José O’Toole«

Desde entonces, la Capilla y el Colegio se unificaron con el nombre de Nuestra Señora de la Misericordia.

En la ciudad de Buenos Aires, a los diez días del mes de noviembre del año del Señor de mil novecientos treinta y siete, el Ilustrísimo y Reverendísimo Cardenal Arzobispo Primado de la Argentina, Dr. Santiago Luis Copello bendijo la Capilla de la Anunciación reconstruida por las Hijas de Nuestra Señora de la Misericordia, con asistencia de los señores padrinos.

Santiago Cardenal Copello

En agosto de 1943 se bendijo el Altar Mayor de la Capilla de la Anunciación, dedicado a la Santísima Virgen de la Misericordia incluyendo el mismo las Reliquias de los santos mártires Alejandro, Genaro y Severino, y la de Santa María Josefa Rossello.