Catedral Metropolitana (Parte V)

El padre de la Patria regresa

En la Catedral Metropolitana descansan los restos del Padre de la Patria. En 1864, durante la presidencia de Bartolomé Mitre, dos diputados nacionales, Martín Ruiz Moreno y Adolfo Alsina, presentaron un proyecto de Ley para llevar acabo la repatriación de los restos embalsamados de San Martin que desde 1850 (año de su fallecimiento) descansaban en una de las capillas de la Basílica Notre-Dame de Boulogne. El proyecto se convirtió en ley y decía: “el Poder Ejecutivo practicará inmediatamente las diligencias que fueren necesarias para trasladar la República Argentina los restos del benemérito general José de San Martín”

Fue recién el 11 de Abril de 1877 cuando el entonces presidente Nicolás Avellaneda firma el decreto de creación de una Comisión encargada de repatriar los restos del procer. La misma estuvo presidida por Mariano Acosta, vicepresidente de la Nación. Era entonces Arzobispo Monseñor León Federico Aneiros.

La comisión con la firma de José Prudencio Guerrico, le solicitó al prelado la capilla, ya sin uso, que había servido en otros tiempos de bautisterio. El proyecto de los peticionantes era que en el frente Oeste se erigiese un altar a Santa Rosa de Lima y un sarcófago en el frente Sur. Así lo comunicaron el arzobispo, quien de inmediato pasó la nota al cuerpo capitular.

En una primera instancia hubo una oposición del clero, avalada en los cánones apostólicos romanos: «San Martín era masón, y como tal no podía ser alojado en un lugar consagrado».

Al año siguiente hubo un cambio en el proyecto: en vez del bautisterio, la comisión solicitó que el mausoleo sea erigido en la capilla de Nuestra Señora de la Paz, que tuvo que ser ensanchada para ese efecto. Estas idas y venidas hicieron que se retrasara la repatriación. y fue recién el 28 de mayo de 1880, a bordo del Transporte ARA Villarino (terminado de construir ese año en Inglaterra), que arribaron los restos del Libertador de América.

Una carroza tirada por seis percherones negros llevo el ataúd (cubierto por la bandera del Ejército de los Andes, dos coronas: una con palmas de Yapeyú  y otra con gajos de pino de San Lorenzo) desde el puerto de Retiro  a la Catedral y, después de celebrado un oficio fúnebre por el eterno descanso de su alma, fueron colocados en la Cripta un tiempo hasta que se lo puso en el mausoleo.

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Los restos habían sido depositados en dos ataúdes de plomo, otro de abeto y un cuarto de roble, de tal manera que sólo pudo caber en el lugar indicado en posición oblicua, no horizontal. Finalmente, tal como lo pidió la Iglesia, la cabeza del cajón se construyó inclinada, como símbolo de la predestinación al infierno con la que cargan los masones. (ver imagen)

El mausoleo enviado en partes desde Europa, esta realizado casi en su totalidad, en mármol rosado, mientras que la base es de mármol rojo de Francia y la lápida de mármol rojo imperial. El sarcófago es de color negro belga, fue obra del escultor francés Albert Ernest Carrier-Belleuse. Dentro del recinto del mausoleo se han depositado, también, los restos de los Generales Juan Gregorio de Las Heras y Tomás Guido.

En la fachada de la Catedral metropolitana figura la siguiente frase: «Aquí descansan los restos del Capitán General D. José de San Martín y del Soldado Desconocido de la Independencia. Salúdalos!»

San Martín dejó escrito en el punto Cuatro de su testamento: «Prohíbo el que se me haga ningún género de Funeral, y desde el lugar en que falleciere, se me conducirá directamente al cementerio sin ningún acompañamiento, pero sí desearía, el que mi corazón fuese depositado en el de Buenos Aires». Al respecto el periodista e investigador Daniel Balmaceda en una nota publicada en el diario La Nación de agosto de 2014, deja planteada una pregunta que la comparto con ustedes, él dice:

¿Se estaba cumpliendo la voluntad del Libertador al llevarlo a la Catedral? ¿Se refería a que deseaba ser llevado al cementerio o a la Catedral? Aquí cada uno puede tener su propia interpretación. Considero que si nuestro prócer hubiera querido referirse al cementerio de la Recoleta, habría mencionado la tumba de su “esposa y amiga”, Remedios de Escalada. Además, el corazón de Buenos Aires bien puede referirse al centro de la ciudad.

La Cripta

Todos los días más de 3 mil personas recorren sus 14 capillas y el mausoleo del general José de San Martín. Sin embargo, la Catedral de Buenos Aires guarda un espacio apenas visitado: una cripta construida hace tres siglos. Desde finales del siglo pasado, esta curiosidad porteña apenas conocida fue abierta al público después de permanecer cerrada durante varios años.

Carranza asumió el obispado en 1621 y se mantuvo en ese cargo hasta que murió, en 1632. No pudo ver el templo que reemplazó a la precaria construcción de adobe y paja que él conoció.

La cripta, una habitación abovedada, guarda parte de la historia del período colonial. Por ese entonces, los cementerios no existían y los personajes importantes eran sepultados en los templos, en el sector ubicado entre el atrio y el altar mayor. Los demás pobladores -pobres, esclavos y sirvientes- de lo que por ese tiempo no era más que una aldea eran enterrados en los campos que rodeaban a las iglesias.

Aunque no encontré documentos a partir de los cuales se pueda determinar el año de su construcción, en una charla que tuve con el arquitecto Pedro Simmermacher me dijo que cree que se realizó en los primeros años del siglo XVIII.

Para llegar a la cripta, hay que rodear el retablo mayor, totalmente realizado en madera y dorado a la hoja. Después de bajar unos escalones se llega a un pasillo. Una escalinata en medio del corredor, interrumpida por una reja colonial, marca la entrada a la cripta. En ese lugar, no hay más que un pequeño altar, una silla tapizada con terciopelo rojo y los nichos de los religiosos y ciudadanos ilustres de la época colonial. También descansan alli muchos obispos auxiliares de la Catedral fallecidos este siglo.  Como ocurre en todas las iglesias coloniales no hay nombres femeninos.

Allí estuvieron, en 1880, los restos del general San Martín hasta que fueron llevados al mausoleo donde están actualmente.

Los Órganos

Junto a la Basílica Sagrado Corazón ubicada en el barrio de Barracas, la Catedral posee dos órganos. Sobre primero que tuvo, de origen colonial, no he encontrado información sobre quién fue su constructor. Probablemente este es un órgano español con características flamencas. Inicialmente estaba ubicado en la Capilla del desaparecido hospital de «Santa Catalina». Luego, en 1822 fue llevado a la Catedral Metropolitana.

Con la excepción de este único instrumento de la época colonial, no quedan trazas existentes de instrumentos más antiguos en Argentina. Sin embargo se sabe gracias a diversas crónicas, de que no menos de 400 órganos portativos fueron construidos por artesanos locales durante el siglo XVIII y desaparecieron posteriormente.

Un instrumento particularmente apropiado para interpretar música de teclado del siglo 18 de estilo español-portugués o italiano.

El principal fue construído por la casa alemana Walcker en 1871. Fue el primero de varios instrumentos de origen alemán que luego iban a ingresar en la Argentina en los años subsiguientes.

Antes de ser comprado por nuestra Catedral, con su inusual sistema mecánico de válvulas cónicas, estaba instalado en una Iglesia de Berlín. Se lo inauguró oficialmente en 1873 y en esa ocasión el organista Jaime Xarau ejecutó las primeras obras escuchadas en Buenos Aires.

El costo fue de 260.000 pesos argentinos y los pagó el Gobierno Nacional. El sonido de este instrumento es completamente representativo de la estética romántica alemana pero también incluye algunos elementos de estilo francés.

Los materiales usados en su construcción son de una calidad excepcional. Podemos reconocer el cuidado y el refinamiento del trabajo realizado por el constructor del instrumento durante el desarrollo de cada una de las piezas y el ensamblado final de las mismas.

Los audios han sido registrados por Rafael Ferreyra & David Merello (pipeorgans.flavam.com)

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