Basílica Nuestra Señora del Rosario y Convento de Santo Domingo

Tras la llegada a Buenos Aires de la orden religiosa de los Dominicos, entre 1601 y 1602, los padres Fray Pedro Cabezas, Fray Juan Beloso, Fray Juan Rivero y Fray Bernardino de Lárraga permutan a la Orden de los Mercedarios un Solar en donde comienzan la construcción del convento, bajo la advocación de Nuestra Señora del Santísimo Rosario, «para que los religiosos tuvieren donde se recoger cuando a este puerto llegasen» escribía Cabezas.

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La iglesia comenzó a construirse en el año 1751, y se inauguró parcialmente en 1773. Es uno de los templos que mejor conserva las líneas originales, con su planta jesuítica de tres naves y sus capillas laterales de poca profundidad.

En 1762 se hizo cargo de las obras el Alarife Francisco Álvarez y en 1774 el Arquitecto Manuel Álvarez de Rocha. La iglesia fue consagrada el 17 de octubre de 1773, sin estar finalizada, mientras el arquitecto Manuel Álvarez Rocha continuaba la obra de Masella. Al año siguiente se concluyó la torre Este. El 11 de febrero de 1792, cuando se reunieron las donaciones necesarias, se comenzaron los cimientos del Convento de Santo Domingo. Se concluyó hacia 1805, según deduzco por la ausencia de registro de gastos destinados a esta obra posteriores a ese año.

Características de Nuestra Señora del Rosario

La puerta de acceso al Convento se destaca entre los mejores testimonios de la ciudad colonia. Cuando el arquitecto Mario J. Buschiazzo restauró el Cabildo de Buenos Aires, hizo réplicas de estas puertas.

El templo tiene tres naves, la central con bóveda de cañón corrido y cúpula sobre el crucero. En las capillas laterales se conservan retablos de los siglos XVIII y XIX. En 1849 se termina la torre Oeste (derecha). El sótano detrás del presbiterio data de 1873 y la Sacristía y las capillas de San Vicente y del Rosario, de 1885.

En el año 1894 los arquitectos Auguste Plou y Oliver reformaron el templo. Se modifica el coronamiento original (curvo), dotándolo de un frontis quebrado (recto y liso). Tres arcos con rejas dan acceso al nártex. Otras dos puertas, bajo las torres, se corresponden con las naves laterales. El interior mantiene el carácter sencillo de las iglesias coloniales, solo alterado por el agregado de revestimientos de mármol esculpido en la nave principal

Manuel Belgrano y Nuestra Señora del Rosario

Nuestra Señora del Rosario
Mausoleo del General Belgrano en el atrio de la Basílica Nuestra Señora del Rosario

Un mausoleo en el atrio aloja los restos del estadista, general y creador de la bandera Argentina Manuel Belgrano, quien fue sepultado con el hábito de la orden de los dominicos. La obra pertenece al escultor Ettore Ximenes y fue realizada en 1897.

Se eligió ese lugar para guardar sus restos ya que el cursó sus estudios primarios en la escuela del convento. Además, fue un ferviente devoto de la Virgen del Rosario. Hay historiadores que aseguran que los colores de la bandera Argentina fueron elegidos por Belgrano en honor a esa virgen.

También están sepultados los restos de sus padres y de Antonio González Balcarce jefe del Ejército del Norte en la expedición al Alto Perú y vencedor en Cotagaita y Suipacha en 1810, Hilarión de la Quintana. y la urna funeraria del general José Matías Zapiola, nieto de Lezica, completan el panteón nacional de este histórico templo.

Hay historiadores que aseguran que originalmente Belgrano estuvo enterrado bajo una placa de mármol sacada del baño de su casa que aún está en el atrio de la Iglesia. Y que el cuerpo del General no está en el ataúd sino detrás de unas placas de bronce con altorrelieves que muestran la batalla del Norte y la creación de la bandera.

Invasiones Inglesas

ns del rosario banderas
Bandera del regimiento 71 en la Basílica Nuestra Señora del Rosario

Durante la misa del 1º de Julio de 1806, en la celda prioral del convento de Santo Domingo, el Capitán de Navío Francés Santiago de Liniers mantuvo una conversación secreta con el Prior Fray Gregorio Torres. Liniers acababa de llegar a Buenos Aires, después de solicitar y obtener de William Carr Beresford permiso para entrar en la ciudad.

En los días de la invasión, había permanecido al frente de la batería de la Ensenada, distanciado de los combates que culminaron con la derrota de las fuerzas del Virreinato. Por lo mismo, estaba libre del compromiso, impuesto a los soldados españoles capturados, de no tomar nuevamente las armas contra los británicos.

Liniers, en consecuencia, estaba decidido a lanzarse nuevamente a la lucha para liberar a Buenos Aires. Y así se lo comunicó, con emocionada determinación, al prior de Santo Domingo, según está escrito en el Libro de Actas de la Cofradía del Santísimo Rosario:

Estoy resuelto a hacerlo, reverendo padre. Hoy mismo, en el transcurso de la Misa, he hecho ante la imagen sagrada de la Virgen un voto solemne. Le ofreceré las banderas que tome a los británicos si la victoria nos acompaña. Y no dudo que la obtendré si marcho a la lucha con la protección de Nuestra Señora, hoy mismo partiré a Montevideo a encontrarme con el señor Gobernador de esa plaza, Don Pascual Luis Huidobro, para que nos ayude en la reconquista

Promesa Cumplida a Nuestra Señora del Rosario

Liniers cumplió con su promesa, liberó Buenos Aires y en el camarín del templo se guardan celosamente dos de las seis banderas tomadas a los ingleses, las otras cuatro se encuentran en el convento de Santo Domingo en la ciudad de Córdoba.

No conforme con esta derrota el ejército inglés volvió a intentar conquistar Buenos Aires a comienzos de 1807. Las columnas de los coroneles Denis Pack y Henry Cadogan intentaron marchar sobre la Plaza Mayor, pero fueron rechazadas por el Regimiento de los Patricios que, al mandó de Cornelio Saavedra, estaban atrincherados en el Colegio de San Carlos (actuales Bolívar y Moreno). Pack se retiró entonces a la iglesia de Santo Domingo, ocupada ya por las tropas del General Robert Craufurd, y enarbola en lo alto de la torre la bandera del regimiento 71, depositada en ese templo por Liniers después de la reconquista de 1806.

Cadogan, a su vez, busca refugio con los restos de la columna en la denominada “casa de la Virreina Vieja” (Peru y Belgrano). En esos dos bastiones los británicos se proponen resistir hasta recibir los refuerzos que el General John Whitelocke, a cargo de la invasión, debe enviarles. El comandante supremo inglés, sin embargo, nada atina a hacer en apoyo de sus subordinados.

Rechazada la embestida inglesa, las fuerzas de la defensa pasan al contraataque. El convencimiento de que la victoria ya ha sido lograda da al asalto un ímpetu arrollador. En Santo Domingo, Craufurd y Pack ofrecen desesperada resistencia, pero deben finalmente deponer las armas. El templo, acribillado a balazos, recibe También los impactos de los cañones emplazados en las calles y de las baterías del Fuerte.

A este último desastre se suma también el fracaso del contingente británico que avanza por el flanco opuesto. Sus columnas, después de sufrir terribles pérdidas, se repliegan hacia Retiro, acosadas incesantemente por las tropas y el pueblo. Termina así la jornada del día 5 de junio de 1807. Hoy, en su torre se ven claramente las huellas de las balas resultantes de ese tiroteo.

Expulsión

En 1823 Bernardino Rivadavia, expulso a las congregaciones religiosas del país y decretó que la iglesia fuera utilizada como Museo de Historia Natural (funcionó hasta 1854), bajo la dirección del botánico italiano Pablo Ferrari. En la parte alta de la iglesia se instaló además un observatorio astronómico y un gabinete meteorológico dirigidos por otro italiano, Octavio Fabricio Mossotti.

Allí mismo funcionó un aula de física experimental donde Mossotti dictó cátedra entre 1828 y 1834. Sus observaciones sobre un eclipse de sol y sobre el cometa Encke fueron publicadas por la Sociedad Real Astronómica de Londres. También en esa época se abrió la actual cortada 5 de Julio donde se encontraba el huerto, partiendo en dos al convento.

Juan Manuel de Rosas

El 22 de octubre de 1835 Juan Manuel de Rosas hizo retornar al país e instalar en su convento a los domínicos. El decreto está firmado de puño y letra, y en él se justifica la devolución a la comunidad de los bienes que le habían sido confiscados por el gobierno de Rivadavia. En mérito a esta resolución Rosas fue nombrado hermano de la Orden.

Otros datos de Nuestra Señora del Rosario

En 1910 la iglesia elevada al rango de Basílica por el papa Pío X. El 8 de octubre de 1922 la imagen de Nuestra Señora del Rosario recibió la coronación pontificia y hubo una gran procesión en celebración.

El 21 de mayo de 1942, el Convento fue declarado Monumento Histórico Nacional por decreto.

Durante los incendios del 16 de junio de 1955, se perdieron parte de sus documentos y reliquias. En 1961 comenzó el proyecto de restauración luego de los destrozos.

Objetos Históricos de Nuestra Señora del Rosario

En el interior del convento pueden admirarse: Dos banderas del Regimiento N.º 71 Highlanders, que intervino en la primera invasión inglesa. Dos estandartes de la Marina Real Británica ofrendadas por Liniers a la virgen del Rosario. Dos banderas conquistadas por Belgrano a los españoles en su campaña al Alto Perú.

Objetos artísticos y religiosos

El riquísimo retablo del altar mayor, los valiosos cuadros del Rosario y de Santa Rosa de Lima, los preciosos ornamentos y magníficos altares de hermosas tallas; las espléndidas esculturas de San Vicente Ferrer de 1773, de Santo Domingo Penitente de 1779 y del Santo Cristo del Buen Viaje; los quince misterios del rosario ejecutados en artísticos mosaicos de Venecia; y la venerada imagen de la Virgen del Rosario de la Reconquista y Defensa de Buenos Aires, traída del Perú, la cual cuenta con más de trecientos cincuenta años de existencia. Esta histórica imagen fue trasladada desde la catedral al templo de Santo Domingo a fines del siglo XVIII.

Existe en la sacristía un valioso cuadro de los Santos Fundadores, pintado en 1762.  Es doblemente histórico por su antigüedad y por conservar los impactos de las balas inglesas que lo perforaron en las invasiones.

Una curiosidad de la Basílica Nuestra Señora del Rosario

En su libro Las mil y una curiosidades de Buenos Aires, Diego M. Zigotto asegura que la veleta de la torre derecha tiene una figura de perro pues los dominicos llevan ese nombre por Domini canis, los guardianes del señor. La veleta izquierda es la silueta tradicional de un gallo que simboliza la vigilancia. Se dice que en lo alto de las iglesias otea el horizonte y se encarga de ahuyentar los demonios.

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